El concepto de Intimidad ha sido heredado del latín intimus, superlativo de interior, que se utilizaba para identificar el alma, esa parte espiritual del ser. Otra forma de referirnos a lo íntimo es con el nombre de interioridad, lo que nos indica que hay algo dentro de nosotros único, inagotable, inabarcable e irreductible. La intimidad consiste en la congruencia con la que manifestamos nuestro "ser". Aquí es donde se encuentra la esencia de la autoestima, es donde habita el amor a sí mismos.
A diferencia de los animales, poseemos la intimidad que establece una distancia entre lo que somos y lo que demostramos ser, lo que es considerado como pudor en antropología. En esta distancia necesitamos actuar interpretando el papel de sí mismos lo que nos permite alcanzar la autenticidad. Esta interpretación nace de la deducción que vamos haciendo de quienes somos. Por medio de tres operaciones podemos deducir nuestra propia intimidad, mediante las virtudes y la moral o a través de la confrontación dialogando con los demás y también eligiendo nuestra mejor versión durante cada escena social.
Cuando tomamos conciencia de la expresión y de cómo nos compromete con el medio, alcanzamos una intimidad corporal, que gradualmente se desarrolla con la madurez. Una sana intimidad se construye con un intercambio digno en las relaciones, de lo contrario se atrofia. Es importante diferenciar la intimidad del contexto social y circunstancial ya que la intimidad es confundida con el concepto de privacidad el cual solo aplica para las cosas que son de uso exclusivo como los utensilios, la vivienda, la ropa entre otras.
La intimidad no es el utilitarismo que socialmente nos condiciona a convertir a las personas en objetos que dan confort, amar no es usar. Para poder proteger la intimidad es importante aprender a expresarnos, cada persona necesita presentarse siendo consecuente a su auto interpretación obviamente dentro de las directrices de la prudencia y el respeto que facilita la autoestima. Cuando no es posible auto interpretarse es cuando la persona se deja invadir por vicios e ideas infundadas que van destruyendo su intimidad y su comportamiento no representan su verdadera identidad sino la farsa externa que lo domina.
Hay tres tipos de relaciones para Aristóteles, unas basadas en la utilidad donde el afecto se basa en el beneficio mediático como en el caso de las alianzas laborales. La siguiente relación es la que se basa en el placer donde el fin es la diversión, en este caso aunque las personas sientan aprecio por el otro, lo único que los une son los buenos "ratos". Los cimientos en estos dos tipos de relación son frágiles ya que no conforman un sentido pleno en una relación, las relaciones basadas en la utilidad y el placer no son resistentes al tiempo y los cambios circunstanciales.
El tercer tipo de relación es el virtuoso, aquí no los unen intereses individualistas sino que hay una búsqueda de objetivos comunes basados en las virtudes donde el amor deja de ser una necesidad y se transforma en un compartir que los ayuda a ganar calidad de vida en la relación. Cuando dos personas consientes eligen un propósito en común, están en igualdad de condiciones y ninguno subordina al otro porque ambos están subordinados al bien que construyen juntos amando sin poseer.
"En general, las mujeres y los hombres alcanzan la intimidad hablando de temas distintos. A muchos hombres les gusta hablar de deportes, política, asuntos internacionales o negocios. Estos mundos se articulan en torno a ganar o perder, fuertes y débiles, estatus y jerarquía, palabras que los hombres conocen bien porque siempre han tenido que competir por el estatus para conseguir sus parejas. Las mujeres en cambio se sienten más atraídas por el lado sentimental, la charla íntima acerca de temas personales, propios o de otras personas, probablemente porque se han desarrollado en un entorno ancestral cuyas conexiones sociales eran cruciales para su supervivencia". Helen Fisher (antropóloga y bióloga)
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