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Escultores de Nuestro Propio Cerebro.



 
El cerebro no reconoce entre realidad y fantasía, lo que él reconoce son nuestras creencias, por eso es fundamental que creamos en lo que queremos lograr. El biólogo, Estanislao Bachrach en el artículo "Al cerebro no le importa que seas feliz, solo que sobrevivas" de la vanguardia, defiende que la neuroplasticidad cerebral (capacidad que tiene el cerebro de cambiar y adaptarse), nos acompaña de por vida.  Creer lo define como entender que todo lo que queramos conseguir necesita trabajo, disciplina, compromiso, tiempo y constancia. 

Gracias a la neuroplasticidad, es posible la recuperación de una lesión cerebral, la rehabilitación tanto física como cognitiva, busca reconstruir las conexiones entre las células nerviosas para que el cerebro pueda compensar el daño y al mismo tiempo conseguir reorganizarlo, fortalecerlo y mejorarlo.

Cambiar según la neurociencia es sinónimo de aprender, esto sugiere que para poder cambiar es necesario conocernos lo suficiente para identificar lo que no nos gusta y qué podemos mejorar. Cambiar nos parece difícil, pero es una idea socialmente establecida en donde no se acepta que el aprendizaje, implica fracasos antes de tener los resultados esperados. El dolor es inevitable y cada meta será un proceso que incluirá una cuota, es algo que debemos reconocer para poder progresar, superando la auto-critica que nos paraliza al sentir miedo al ridículo, a fallar, a pasar mal con las críticas. Cambiar es un acto personal, que no depende de las opiniones de los otros, por lo que no debemos darle tanta atención y relevancia. 

Nuestros cerebros están siendo moldeados constantemente gracias a la experiencia, hoy en día podemos decir que tenemos pensamientos diferentes que  hace algunos años atrás, esto es a lo que se refiere la neuroplasticidad la capacidad de generar cambios en la organización y estructura del cerebro a medida que experimentamos, aprendemos y nos adaptamos.

El biólogo dice además que nuestro cerebro está más preparado para no cambiar, no obstante, con una capacidad de cambio muy grande que no usamos. El cerebro se siente cómodo con la rutina, el automatismo sin correr riesgos ya que ese estilo era eficiente hace 100.000 años, hoy en día todo es diferente, las amenazas han cambiado. Lo que él intenta proponernos es que debemos dirigir nuestro cerebro, no viceversa ya que es muy primitivo en la apreciación de este mundo actual que exige una mentalidad diferente para poder desenvolverse en el.

El cerebro puede darnos los recursos que necesitamos si se los planteamos desde la voluntad propia de hacer las cosas, en lugar de obedecer al deseo de otro, porque lo que no parte de el mismo  lo asusta y no le permite desplegar su potencial. Cuando repetimos un pensamiento o una emoción se refuerza un camino neuronal y con cada nuevo pensamiento estamos creando una nueva forma de ser.

La neuroplasticidad hace parte del desarrollo del cerebro, las cosas que hacemos con más frecuencia van fortaleciendo las sinapsis (mecanismo de comunicación entre neuronas con la finalidad de transmitir un impulso nervioso, destinado a coordinar una función en el organismo) y aquellas que no se usan se pierden al considerarlas innecesarias. Con el tiempo todas aquellas cosas que nos forzamos a hacer, se vuelven automáticas y forman parte de nosotros, de nuestra personalidad, así es como nos  vamos convirtiendo en lo que pensamos y hacemos.

El interés principal de nuestro cerebro es ser funcional para que sobrevivamos, él buscará quedarse como está, sino le exigimos nuevos retos. Reflexionar nos permitirá identificar aspectos de nosotros que se pueden mejorar y de esta manera preparar a nuestro cerebro dándole un objetivo, el cual se reforzara con la acción. El cerebro respaldará nuestra acción creando las conexiones nerviosas necesarias para ir mejorando poco a poco y con paciencia hasta conquistar la meta trazada. 

La biología te da un cerebro, la vida la convierte en mente. 
Jeffrey Eugénides


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