Hay una batalla constante que peleamos, la de elegir entre lo correcto, el placer y la conveniencia personal. Para lidiar con este conflicto interior debemos disciplinar el espíritu y
el carácter, sometiéndolos a normas poderosas de acción, racionales y comunes.
Sin determinación no hay disciplina y viceversa, ésta necesita tener argumentos sólidos para poder enfrentar con el mismo vigor lo que produce placer o causa dolor, y en este proceso poder encontrar un balance para gozar de las pasiones con sus emociones dentro de unos parámetros de bienestar y desarrollo personal. Se trata de poder tener compensación para disfrutar de la vida mientras se alcanzan las metas, porque de lo contrario todo termina siendo tedioso y se pierde el impulso del coraje. Es el caso de las cosas que asumimos con obsesión y extremismos alejados de una mentalidad flexible sin amor.
Para desarrollar la disciplina hay que respetar el tiempo, si desde muy pequeños se nos enseñara a valorarlo, aprovecharíamos tal vez más y mejor nuestras posibilidades, pero venimos a entender su importancia después de haber desperdiciado muchas oportunidades de la vida. El respeto al tiempo es la diferencia más marcada entre las personas que conquistan sus metas y las que se quedan en la frustración. Para todos, un día tiene 24 horas lo que significa que las condiciones son las mismas en ese sentido, sin embargo dilapidamos mucho de ese valioso tiempo llenándonos de vanas justificaciones para no dar el primer paso o continuarlos hacia el logro de lo que queremos, responsabilizando a los demás por nuestros fracasos.
La motivación por sí sola no es suficiente, porque cuantas veces nos ha pasado que, escuchamos o leemos algo que nos da ese "empujoncito" para emprender retos, pero en el camino ese primer impulso va perdiendo la fuerza hasta detenerse de nuevo. Eso sucede cuando a una decisión le faltó la constancia.
La constancia vence lo que la dicha no alcanza (dicho popular)
Es como la historia de la pequeña gota que se decidió a perforar la dura y fuerte roca y en el proceso se encontró con la burla y la crítica de la ignorancia, que le decía que ella era insignificante y aquello que pretendía era ridículo. Pero rápidamente contestó la inteligencia, afortunadamente, y le dijo que no es la apariencia o la fuerza la que perforara finalmente la roca sino la constancia con la que la gota caerá. Es mejor hacer de a pocos algo cada día con constancia, que dejar pasar días y retomarlo; no será productivo aunque le dediquemos mucho de nuestro tiempo en ese momento, porque se pierde la fuerza de la determinación inicial que romperá los malos hábitos para crear nuevos y efectivos.
"La constancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan fruto". (Arturo Graf)
Otro elemento que tenemos que incorporar es la paciencia para que podamos mantener la constancia, la paciencia es una virtud de los que saben sufrir y soportar las contrariedades con fortaleza sin lamentarse. Ser paciente permite que podamos esperar con calma a que las cosas sucedan, porque se entiende que hay una parte que no depende de uno sino del tiempo y personalmente incluiría la voluntad de Dios. Por eso debemos esforzarnos en la parte que nos corresponde del proceso con sacrificio; algo que nos frena para alcanzar las metas y logros, es la falta de humildad, pretendemos tener éxito saltando el proceso se quiere disfrutar de la cosecha sin abonar el terreno y sembrar las semillas. No hay nada gratuito que valga la pena, hay que construir confianza y merito a través de la disciplina por medio de la determinación, la constancia, la paciencia, la humildad y la experiencia que da sólo el tiempo y el esfuerzo.
La felicidad es la decisión de alcanzar las metas, depende del esfuerzo diario y constante, es la cuota de sacrificio que a todos nos toca poner, pero también es la que en un futuro traerá la satisfacción.
Una sucesión de pequeñas voluntades consigue un gran resultado. (Charles Baudelaire)
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