travieso y glotón.
Cada mañana comienza con un concierto de maullidos,
después apresurado se
sienta junto a su platito vació.
Siempre me espía muy curioso,
con los dos soles que
tiene por ojos.
Ese gatito ladrón me ha
robado el corazón,
lo esconde entre sus
orejas frías, sus bigotes plateados y la noche bruna que lo tiño
con encanto.
Mi corazón ahora salta y
ronronea, se esconde en las esquinas,
adora las mantas y el
calor, pero sobre todo una tranquila siesta sobre el sillón.
Carolina Massa
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