Un niño naturalmente es bullicioso, travieso, alegre, risueño y curioso, pero una serie de circunstancias desventuradas de repente pueden obligarlo a crecer de golpe, asumiendo cargas muy pesadas inclusive para un adulto. El dolor de estas heridas puede viajar en el tiempo y seguir lastimando a través de bloqueos, miedos, inseguridades, tristeza, depresión, desconfianza, necesidad de control continuo y vergüenza.
Hay ciertos rasgos que quedan después de haber sufrido una infancia difícil, por ejemplo: una conducta inhibida, les cuesta tener visibilidad en el mundo, quieren pasar desapercibidos y no dicen lo que piensan, sienten y quieren porque tienen miedo de las consecuencias. Este no es el caso de las personas introvertidas que aunque no son adeptas de las situaciones sociales no tienen trabas en el momento de expresar sus deseos.
Otro rasgo es la dificultad para valorarse y pueden demostrarlo con actitudes tanto de inferioridad como de superioridad para enmascarar el precario concepto que tienen de sí mismos. Se sienten siempre en desventaja, inapropiados, no creen rendir lo suficiente en el campo que desempeñan y por lo tanto no saben recibir elogios porque les parece una burla o una mentira.
Pedir disculpas constantemente es otro indicador de herida emocional, la persona evita a toda costa molestar a los otros con su presencia o participación, como si no tuviera el derecho de existir. Este rasgo puede deberse a una infancia con demasiadas prohibiciones, poco cariñosa y despreciativa.
Quienes han sufrido traumas durante su infancia pueden padecer estrés pos-traumático. Tienen problemas para regular sus emociones, perciben distorcionadamente a sus abusadores (creencias mantenidas en forma rígida e inflexible acerca de cómo deberían ser ellos mismos y los demás), somatizaciones (un diagnóstico psiquiátrico aplicado a pacientes quienes se quejan crónica y persistentemente de varios síntomas físicos que no tienen un origen físico identificable) y dificultad para encontrar el propósito de sus vidas.
Entre más temprano se presente el trauma más profundo y duradero será su efecto. Se pierde la armonía entre la emoción y la razón, cuando se tiene que escoger entre resistir y sobrevivir en lugar de vivir "libre" y naturalmente su desarrollo.
Hay una vulnerabilidad biológica, término empleado en la psiquiatría para definir las experiencias traumáticas que además de afectar la experiencia, afecta la estructura y función del cerebro. El gran estrés soportado por un niño puede cambiar estructuras internas y profundas de su cerebro, haciéndolo más vulnerable y propenso a sufrir de depresión en la adultez, debido a que siguen mentalmente experimentado la necesidad de sobrevivir a su entorno, sin embargo desarrollarla o no dependerá de la habilidad para afrontarlo, sobreponiéndose al sufrimiento y lograr buscar experiencias nuevas orientadas al crecimiento personal.
Andrea Brandt, experta en terapia de pareja y familiar, quien escribió una columna en el portal 'Psychology Today' dice que como terapeuta de trauma emocional de la infancia, ve a muchos pacientes que tienen heridas emocionales de la niñez aun siendo adultos. La profesional explica que estas heridas se revelan cuando se ha creado un “falso yo” para ser aceptados.
Dicha situación provoca gran confusión generando una incapacidad para reconocer lo que realmente se siente y poderlas procesar de manera congruente, sentir ira o enojo hace parte del abanico de emociones con las que contamos, pero se necesita saberlas expresar, cuando se ha vivido en un ambiente donde la ira se ha expresado con violencia, se da una mala interpretación de está emoción y se intenta suprimir, al no poder expresar una emoción natural como la ira, esta se queda y la persona permanece enojada.
Sin embargo como realmente no es posible suprimir una emoción, la emoción es expresada disfrazándola con una actitud pasiva-agresiva, por ejemplo: cuando la persona dice que ha olvidado hacer algo que en realidad no quería hacer, cuando se oculta una inconformidad con una sonrisa, también cuando se hace todo lo posible por evitar las confrontaciones. Las emociones son parte integral de la persona, al relegarlas se pierde el contacto con quien se es verdaderamente, afectando también las decisiones que se toman. La desconexión también rompe el contacto con la intuición lo que desencadena una conducta impulsiva que le representará a la persona más problemas.
Como decía Brandt, puede que como adulto se esté aun procesando las experiencias como un niño asustado y desprotegido, hay que despertar la persona al "ahora" para identificar las herramientas y estrategias con las que cuenta actualmente como adulto y poder afrontar las dificultades sintiéndose a salvo. Atravesar este proceso no es fácil requiere de compromiso, esfuerzo y un buen acompañamiento, para algunos significará tener el apoyo de un psicólogo. Sea cual sea la metodología que se escoja, lo importante es entender que tratarlo, no será más doloroso y difícil de lo que ha sido contenerlo tantos años. Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido, recuperando su potencial desenterrando la confianza que lo guiará a convertirse en la persona que quiere ser.
Pedir disculpas constantemente es otro indicador de herida emocional, la persona evita a toda costa molestar a los otros con su presencia o participación, como si no tuviera el derecho de existir. Este rasgo puede deberse a una infancia con demasiadas prohibiciones, poco cariñosa y despreciativa.
Quienes han sufrido traumas durante su infancia pueden padecer estrés pos-traumático. Tienen problemas para regular sus emociones, perciben distorcionadamente a sus abusadores (creencias mantenidas en forma rígida e inflexible acerca de cómo deberían ser ellos mismos y los demás), somatizaciones (un diagnóstico psiquiátrico aplicado a pacientes quienes se quejan crónica y persistentemente de varios síntomas físicos que no tienen un origen físico identificable) y dificultad para encontrar el propósito de sus vidas.
Entre más temprano se presente el trauma más profundo y duradero será su efecto. Se pierde la armonía entre la emoción y la razón, cuando se tiene que escoger entre resistir y sobrevivir en lugar de vivir "libre" y naturalmente su desarrollo.
Hay una vulnerabilidad biológica, término empleado en la psiquiatría para definir las experiencias traumáticas que además de afectar la experiencia, afecta la estructura y función del cerebro. El gran estrés soportado por un niño puede cambiar estructuras internas y profundas de su cerebro, haciéndolo más vulnerable y propenso a sufrir de depresión en la adultez, debido a que siguen mentalmente experimentado la necesidad de sobrevivir a su entorno, sin embargo desarrollarla o no dependerá de la habilidad para afrontarlo, sobreponiéndose al sufrimiento y lograr buscar experiencias nuevas orientadas al crecimiento personal.
Andrea Brandt, experta en terapia de pareja y familiar, quien escribió una columna en el portal 'Psychology Today' dice que como terapeuta de trauma emocional de la infancia, ve a muchos pacientes que tienen heridas emocionales de la niñez aun siendo adultos. La profesional explica que estas heridas se revelan cuando se ha creado un “falso yo” para ser aceptados.
La persona puede reconstruir su identidad y dejar de percibirse en relación al trauma, necesita integrar a su historia los sucesos que lo llevaron a la desconexión emocional la cual ocurre cuando se es castigado y humillado por demostrar lo que siente, también es importante limpiar el pensamiento de frases abusivas como:"llorar es de niñas" o "llorar es de débiles" entre muchas tantas que las personas toxicas suelen emplear.
Dicha situación provoca gran confusión generando una incapacidad para reconocer lo que realmente se siente y poderlas procesar de manera congruente, sentir ira o enojo hace parte del abanico de emociones con las que contamos, pero se necesita saberlas expresar, cuando se ha vivido en un ambiente donde la ira se ha expresado con violencia, se da una mala interpretación de está emoción y se intenta suprimir, al no poder expresar una emoción natural como la ira, esta se queda y la persona permanece enojada.
Sin embargo como realmente no es posible suprimir una emoción, la emoción es expresada disfrazándola con una actitud pasiva-agresiva, por ejemplo: cuando la persona dice que ha olvidado hacer algo que en realidad no quería hacer, cuando se oculta una inconformidad con una sonrisa, también cuando se hace todo lo posible por evitar las confrontaciones. Las emociones son parte integral de la persona, al relegarlas se pierde el contacto con quien se es verdaderamente, afectando también las decisiones que se toman. La desconexión también rompe el contacto con la intuición lo que desencadena una conducta impulsiva que le representará a la persona más problemas.
Como decía Brandt, puede que como adulto se esté aun procesando las experiencias como un niño asustado y desprotegido, hay que despertar la persona al "ahora" para identificar las herramientas y estrategias con las que cuenta actualmente como adulto y poder afrontar las dificultades sintiéndose a salvo. Atravesar este proceso no es fácil requiere de compromiso, esfuerzo y un buen acompañamiento, para algunos significará tener el apoyo de un psicólogo. Sea cual sea la metodología que se escoja, lo importante es entender que tratarlo, no será más doloroso y difícil de lo que ha sido contenerlo tantos años. Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido, recuperando su potencial desenterrando la confianza que lo guiará a convertirse en la persona que quiere ser.
Duele mucho crecer y debido a todas esas malas experiencias de niños o de adultos...nunca terminaremos de crecer. Y siempre necesitaremos reinventarnos y sobretodo no soltarnos de la mano del mejor psicólogo JESÚS.
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