El adulto ha perdido el prestigio ante los ojos de los niños; este pretende evadir o lavar sus culpas a través de atribuirles conflictos y proyectar los miedos en los menores porque es más fácil que trabajar en sí mismos.
Claudio Naranjo, psiquiatra y escritor chileno, también uno de los pioneros y máximos referentes de la psicología transpersonal, menciona que el modelo que tenemos de crianza y la escolarización son enemigas de la felicidad; él considera que los niños sufren al encontrarse con un mundo que no está hecho para ellos y que además privilegia la competencia, en lugar de la convivencia y la cooperación.
Los niños necesitan adultos que los inspiren con el ejemplo, que los miren con respeto, que los escuchen con atención y los acompañen incondicionalmente para que puedan "ser" y desplieguen todo su potencial.
Para poder comenzar a dar pasos en esta dirección, necesitamos trabajar para sanar las deudas emocionales de nuestro pasado. Aprender a estar con nosotros mismos nos hace más aptos para estar y compartir con otros; la paz es un proceso que demanda que podamos reconocer la existencia y la diferencia.
Humberto Maturana es un biólogo chileno experto en epistemología y Premio Nacional de Ciencias; es reconocido en distintas partes del mundo por sus investigaciones, las cuales han abierto nuevos paradigmas en las ciencias naturales y en el entendimiento del desarrollo humano, pero además, por sus reflexiones sobre la educación, la infancia, el futuro de la humanidad y las emociones. Él nos advierte que es necesario que haya un reconocimiento de los demás, de su inteligencia y de su valor para poder dirigirnos a un cambio; a través de su propuesta teórica de la biología social, promueve la educación como la oportunidad de enriquecer la capacidad de acción y reflexión del aprendiz, que al mismo tiempo se desarrolla en comunión con otros seres.
“El ser vivo es una unidad dinámica del SER y del HACER” (Maturana y Nisis 1997)
También considera la ternura como un componente fundamental y potenciador de la reflexión, que consigue que hagamos una pausa para reconocer que existe un otro que conoce y experimenta el mundo de una forma particular y acorde a sus condiciones y posibilidades.
"Para que el amor eduque debe tener ternura y dejar aparecer al otro, dándole su espacio para que tengan presencia tanto los niños, el amigo y el adulto". Maturana
Amar educa si construimos un entorno que acoja, aprendiendo a escuchar para entender, contestando con autenticidad y verdad. Para que un niño pueda y quiera transformarse en una persona reflexiva, responsable y madura, necesita de un adulto que le invite a pensar lo que hace, que se permita estar y encontrarse con él, transmitiéndole en todo momento que es importante y que tiene algo especial, único y nuevo para dar. El lenguaje es clave en este proceso: es el puente que nos une y reúne. Conversar y pasar tiempo entre nosotros es lo que nos hace humanos; es importante que entendamos este hecho tan sencillo pero fundamental para poder reescribir la historia, ya que la confianza no se recupera una vez perdida: tenemos que aprender a sanar para vivir y convivir de otra forma, para que renazca la confianza.
“Nunca las guerras resuelven los conflictos humanos, porque no son de la razón sino de la emoción y se resuelven solamente en las mesas cuando hay conversación y respeto”. Maturana
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