Los
niños necesitan jugar, el juego fomenta el desarrollo intelectual y
la psicomotricidad, eso no significa que necesiten una montaña
de juguetes que prometen volverlos genios o hijos muy
"cool" que deslumbran a su paso. Existe una base
fundamental que ningún juguete o todo el dinero puede compensar y es
la de tener padres involucrados que demuestran principalmente el amor
con actitudes y no con regalos.
Algunos
padres equivocadamente creen que sus culpas o ausencias se compensan
con beneficios materiales. Esto provoca en los hijos confusión que
se le llama: el síndrome del niño hiperregalado, que consiste en
una desensibilización, al entrar en ese juego compensatorio de la
culpa con los padres, mientras ellos obtienen lo que quieren y los
padres se sienten mejor consigo mismos.
Este
tipo de relación plantea en los hijos una manera equivocada de
responder a los compromisos y prioridades de la vida. Se desarrolla
una actitud caprichosa, egoísta que busca la atención de los
demás a través de lo que tienen y no por lo que son. Lo
anterior es igualmente el reflejo de la manera en la que han
aprendido a relacionarse, comprando el afecto y no
construyéndolo desde lo más profundo. Se cometen muchos
errores con los hijos, pero la diferencia la hace el reconocer que se
ha fallado ante ellos, pedir perdón y hacer un cambio real. Reconocer los errores no resta autoridad frente a los hijos, por el contrario fortalece la relación, crea confianza y les demuestra que son importantes que se puede corregir el error, aprender de él y mejorar.
Otras
consecuencias, son la ansiedad que se evidencia en siempre
querer algo sin lograr satisfacción al obtenerlo y tristeza en el
momento de perder rápidamente el interés. Los niños se
muestran exigentes con los padres o adultos en lo que obtienen de
ellos, ya que los ven como meramente proveedores. Otra actitud es la
de querer lo que otros tienen, sienten que deben competir con los
demás y demostrar que pueden tener lo mismo o incluso más,
incrementando su insatisfacción de la vida.
No
deben usarse los regalos como método disciplinario para lograr una
conducta en los hijos, esto los vuelve interesados para atender sus
responsabilidades y no aprenden que hay que hacer cosas diariamente
en favor de ellos mismos y de otros aunque no se premien, ya que el
beneficio es personal, los prepara para ser independientes y
poder convivir. Pueden aparecer malestares físicos (psicosomáticos) donde el niño manifiesta la necesidad de atención, como dolor de cabeza, dolor de estomago, tensión, dificultad para
conciliar el sueño, conductas regresivas, como la enuresis nocturna (orinar la cama) o problemas de manejo de las
emociones (ira).
Los juguetes deben tener una función muy precisa, el llenarlos indiscriminadamente de estos también dice mucho del desconocimiento y de la despreocupación con la que se adquieren. Se debe tener en cuenta la edad del niño para saber qué le conviene tener para trabajar sus potencialidades en la etapa en la que se encuentra.
"Un juguete bueno es aquel que sin ser nada concreto puede ser todo. Facilitar juguetes a los niños que aporten variedad de juego tanto para jugar solos o con amigos, como para poder crear más de un juego con el mismo objeto: el barro, la pelota, piezas de construcción, las muñecas".
- Francesco Tonucci
Los
niños al sufrir una sobreestimulación de juguetes no pueden
disfrutarlos ni valorarlos, al
ser tantos optan por el que más les gusta y los demás sencillamente
terminan olvidados en algún rincón de la casa.
También se presenta una baja tolerancia ante la frustración,
ya que no entienden que hay un sacrificio previo para
poder gozar de lo que tienen, debido a que simplemente obtienen
siempre lo que quieren independientemente de su comportamiento,
méritos y actitudes. Y si no obtienen lo que desean sienten que
no son queridos porque es el mensaje que han recibido de
afecto.
La
creatividad y la fantasía se afectan, el niño se aburre y no
encuentra qué hacer a pesar de tener tantas opciones, porque el
jugar no se limita a los juguetes, también hay otras formas de
divertirse, aprendiendo a desarrollar la imaginación y la capacidad
de crear. Dar tantos regalos termina por aniquilar la ilusión en los
niños, hay una canción que dice ¨quisiera que como a cualquiera
algo me sorprendiera" y es básicamente esa la sensación
que experimentan, que nada les causa emoción y expectativa.
Luego
los padres se preguntan pero ¿por qué no me valora?, no muestra
respeto por mi y tanto que le he dado. No se trata de cuánto le das
en términos materiales, se trata de lo
que realmente necesitan y es el afecto y la presencia comprometida de los padres. Necesitan saber que cuentan con
el tiempo y apoyo de sus padres, así podrán aprender a ser
personas conscientes, sensibles que aprecian, respetan y entienden que en
la vida normalmente obtener lo que se quiere cuesta, nada llega tan
fácilmente como un "regalo" por eso recibirlo es un
privilegio. Es importante que aprecien lo que tienen como
la recompensa al esfuerzo y al trabajo dedicado, pero tampoco se
puede caer en la mezquindad y tacañería que se disfraza de la idea
de estar educando hijos "fuertes" .
“Nunca
los niños tuvieron tantos juguetes, y nunca se han mostrado tan
aburridos, escépticos y desinteresados por los mismos.”
MARÍA
JESÚS ÁLAVA REYES
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