Hay una batalla constante que peleamos, la de elegir entre lo correcto, el placer y la conveniencia personal. Para lidiar con este conflicto interior debemos disciplinar el espíritu y el carácter, sometiéndolos a normas poderosas de acción, racionales y comunes. Sin determinación no hay disciplina y viceversa, é sta necesita tener argumentos sólidos para poder enfrentar con el mismo vigor lo que produce placer o causa dolor, y en este proceso poder encontrar un balance para gozar de las pasiones con sus emociones dentro de unos parámetros de bienestar y desarrollo personal. Se trata de poder tener compensación para disfrutar de la vida mientras se alcanzan las metas, porque de lo contrario todo termina siendo tedioso y se pierde el impulso del coraje. Es el caso de las cosas que asumimos con obsesión y extremismos alejados de una mentalidad flexible sin amor. Para desarrollar la disciplina hay que respetar el tiempo , si desde muy pequeños se nos enseñara a valorarlo, a
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