Doña Primavera de manos gloriosas, haz que por la vida derramemos rosas: Rosas de alegría, rosas de perdón, rosas de cariño, y de exultación.
Gabriela Mistral (fragmento)
Llegó la primavera, la naturaleza poco a poco despierta de su sueño profundo, tímidamente las flores estrenan sus colores, la tierra se viste de fiesta, nos promete días de sol y de nuevos paisajes, todo este proceso natural me impulsó a querer sembrar, ver la evolución de las plantas y tener el conocimiento de lo que implica hacer un jardín; empecé por limpiar la tierra quitando maleza, hojas secas y dejando la tierra en condiciones para lo que yo quería hacer de ella, la comencé a nutrir con agua, cáscaras de huevo, sobrantes de té y lo que queda del café colado, un día, por fin vi la primera flor fue emocionante, así mismo otros pequeños brotes y pensé, en que la naturaleza tiene la fórmula divina de la vida, me imaginé ese espacio donde sembraba y lo compare con mi mente igualmente con mis emociones, comprendí que no puedo esperar tener algo bonito, si no me propongo a limpiarla de pensamientos negativos, que debía prepararla para esperar de ella lo mejor y regarla con mi propio positivismo, con palabras sanas hacia mí misma, también entendí que no es un trabajo de un día, sino que es la constancia y el cuidado permanente el que hace que gocemos de un hermoso espacio en nuestra mente donde crecen y florecen o se proyectan nuestros anhelos.
También se me ocurría que el sol siempre cumple su función, pero si no hay un terreno en condiciones, crecerá cualquier cosa en el, de nosotros depende lo que crece en nuestro interior y lo que se produce en el mismo. Dios nos tiene diariamente bendiciones como el sol que sale siempre indiferente a cualquier circunstancia, pero somos nosotros quienes debemos aprovecharlas, promoviendo en nuestra vida las condiciones para obtener lo mejor de la oportunidad que se nos presenta. Las cosas sencillas nos dan grandes lecciones por que en la sencillez hay grandeza, humildad y toda una lógica que encierra sabiduría.
En lo simple y sencillo está Dios en lo pequeño en lo cotidiano porque para llegar a Él solo hay que desearlo, disponerse como lo hace la tierra y Él hará su propósito en nuestra vida, haciéndola florecer.
Juan 15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
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