Dejar la tierra donde se ha nacido y donde se han vivido las experiencias más importantes de la vida no es decisión fácil; pero si esta es una alternativa con la que se cuenta para buscar el bienestar, entonces es una meta que debe ser conquistada, superando las dificultades de todo lo involucrado en el proceso, incluso la propia mentalidad. Me encontré con la situación de tener que empacar lo que era hasta ese momento mi vida y hacerla caber en tan solo una maleta, la cual no conseguía pesar ni la mitad de lo que pesaban mis miedos e incertidumbres; pero paradójicamente también sentía esperanza de encontrar en aquel destino una nueva oportunidad, fue así como terminé viviendo una gran aventura pero sobre todo una prueba de fe.
Recuerdo mi primera impresión al llegar a Lisboa, parecía que mis ojos no podían ver, mi cerebro aún no comprendía el cambio tan repentino, todo eran imágenes sin contexto y significado, no existía referencia entre mis ideas para asociar lo que veía con algo que conociera, nada se parecía a nada, era todo diferente pero también bonito, en poco tiempo el estar allí, se convirtió en una experiencia con mucho significado, se volvió algo mío, parte de mi historia después de algunos años, recuerdos y algunas luchas. También tuve que despedirme de aquella tierra que me abrió sus brazos y me preparo para seguir andando por la vida, encaminándome nuevamente a lo desconocido pero más fuerte gracias al camino recorrido y el amor de mi familia, el cambio significaba un nuevo reto, otro paisaje otro idioma era otra oportunidad para alcanzar nuestras metas, sin embargo sentía una gran diferencia al experimentar el nuevo cambio, algo en mi interior se había transformado, era claro que el haber confiado en Dios, asumiendo desafíos a pesar del miedo, el haber experimentado como las manos de Dios me habían sostenido en circunstancias en las que me sentía como un niña ingenua, torpe ante la vida, frente a una realidad imponente y aterradora me hizo entender que dependo de EL.
Mi hogar ha sido el refugio donde puedo conectarme con lo que soy y lo que me gusta, puedo incorporar lo nuevo sin dejar de amar y valorar lo que he sido mayormente lo que formó mis bases como persona, recuerdo un día a mi hija decir, en la casa se habla español porque quiero descansar, aunque para ella no fue difícil aprender un nuevo idioma, escuchar que encontraba su identidad en nuestras raíces Colombianas, era para mí un logro ver que le habíamos transmitido el respeto como la valoración por nuestra procedencia a través de nuestro ejemplo, también que el propósito que nos hace poder superar y avanzar en esta experiencia, es estar unidos.
Aprendí que es mejor desprenderse de las cosas y cargar solo lo que cabe en bolsillos y en el corazón, lo material cumple una función solamente, el valor de las cosas se las da el poder compartirlas con las personas a las que amas, la vida hoy la prefiero llena de momentos con ellos, con su amor y su alegría creciendo juntos, es algo que las cosas no te pueden dar, también no es necesario perder la cabeza como el mundo promueve para considerar que hay diversión, al contrario hay que tener la cabeza bien puesta para apreciar el momento, las personas y a uno mismo de lo contrario no es diversión, es evasión. Valoro la experiencia porque me ha servido para encaminarme a buscar mi propio sentido de la vida, deseo cargar menos con el pasado y sus errores porque quiero espacio para lo nuevo que Dios tiene para mí.
Cuando llegué a Irlanda fue otra la vivencia, me abrazo el frío, mis ojos se perdían en aquel verdor que pareciera extenderse a través de mis ojos recuperando terrenos internos de mis pensamientos, la naturaleza se alzaba ante mí, profundizando mis convicciones, no imagine que vivir en un lugar tan frío me enseñaría mejor sobre el calor, pero así fue como aprendí que la calidez de mis días no pueden depender únicamente del sol, mi actitud debe ser mi clima interior que a diferencia del otro yo lo dirijo.
Cerca de donde vivo hay un Riachuelo que atraviesa el Pueblo, el cual es visitado por patos silvestres que vienen y van, el saber que teniendo sus alas para ir donde quisieran, elegían estar allí, hizo que me sintiera identificada al coincidir en el lugar donde estábamos, quise confiar en su criterio y sentí más curiosidad por ellos. El frío se intensificaba, la luz del sol también disminuía y la lluvia se hacía constante, pero me di cuenta que los patos aún visitaban el río, esto parecía hablarme, yo que me encontraba adaptándome a las duras diferencias del lugar, ellos a pesar de lidiar con la severidad del clima, seguían en su rutina de juegos con su actitud amable y simpática, del mismo modo cuando llovía, los veía en un estado de recogimiento flotando en silencio, humildes aceptando las condiciones que venían con la decisión de estar allí, aquellos animales vivían en paz con lo que les rodeaba siendo como son, fue entonces como estas imágenes permitieron una lección para mi vida, y fue como termine deseando ser como ellos, para tener y reflejar la paz, la humildad, la alegría ante todo, incluso con lo que no es tan grato ni agradable pero necesario.
Resistirse a la realidad es dejar de vivir, no es lo natural, es lo que enferma, hacerlo no deja disfrutar de los momentos o aprender de estos. Decidí que quiero ser como un pato al encontrarlos con una gran fuerza adaptativa pero además con belleza y sencillez en su forma de sobrellevar las circunstancias; así como lo vi en ellos, creo que no importa el lugar, ni la dificultad que se nos atraviese en el camino, nosotros podemos hacer de la vivencia algo diferente que nos ayude a sobrellevarla ajustando el significado de los eventos, buscando lo positivo, el propósito, el beneficio para adaptarnos y aprovechar los recursos del presente para crecer personalmente, el entorno nos habla constantemente, hay una la lógica natural que nos enseña sobre la vida, para escucharla solo hay que estar atentos viviendo el ahora y usando nuestros sentidos.
Finalmente siento que el sitio de donde provenimos no es el accidente donde nacemos, provenimos todos de una misma fuente de amor y de un mismo creador, las fronteras son invenciones humanas, y es claro que vivimos en este mundo sufriendo sus reglas, pero eso no es lo único que existe, tenemos a Dios quién nos ayuda a encontrar en las circunstancias humanas la posibilidad de desarrollar una voluntad férrea.
Mateo 6: 25
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