Vivimos con la ilusión de controlar nuestro entorno, esa percepción de control cumple una función para nuestra adaptación, que nos dirige a alcanzar las metas propuestas. Este control se puede ceder por momentos cuando se considera a otra persona más eficaz para lograr lo que se quiere alcanzar, como cuando aceptamos que un líder nos represente.
Pero cuando el control se convierte en una permanente necesidad es cuando debemos entrar a revisar las motivaciones que lo impulsan.
Las personas que necesitan controlar aparentan una imagen de seguridad y confianza pero en el fondo cargan con una gran vulnerabilidad para dejar la vida fluir, conciben como una potencial amenaza cualquier cambio en su ambiente que los conecte con sus angustias. Por lo tanto son personas que viven con un pie en el futuro que se traduce en ansiedad, por adelantarse en su mente a los acontecimientos, lo que las predispone también emocionalmente, sintiéndose de mal humor por el estrés que cargan o incluso deprimidas, debido a las consecuencias de lo que imaginan que son siempre negativas. Son personas que van más allá de una simple planeación, casi que construyen un guión de sus vidas, en relación a su pareja, la familia, los amigos, no aceptan hacer lo que otros proponen por que constantemente dudan de la eficacia del criterio ajeno y por esta causa se involucran inapropiadamente como vigilantes en la vida de los demás con sus opiniones e indicaciones de lo que deben y no hacer.
Todos experimentamos ciertos miedos a lo largo de la vida como el miedo a ser abandonados, a la pérdida económica, a la enfermedad, la vejez, sufrimiento, a tener que tomar decisiones o tal vez a la soledad y así sucesivamente, incluso es posible que tus temores sean más de uno, la forma de empezar a liberarte: es identificarlos pueden ser reales o imaginarios por que parten de supuestos, después analiza como estos se manifiestan en tus relaciones, piensa la respuestas que recibes de los demás cuando actúas con control. Realiza un plan con tus miedos identificados para empezar a actuar sobre lo que puedes hacer o depende de ti para mejorar, para sentirte más seguro sin tener que manipular tu entorno para lograrlo.
En los miedos se esconde la respuesta a muchas de nuestras conductas, no se trata de ser personas auto suficientes sin temor a nada, esa pretensión es la que nos limita nos quita espontaneidad y capacidad de disfrute, se trata de ser conscientes de lo que ocurre con nosotros internamente, de conocernos para entendernos y así podernos ayudar. Es buen ejercicio revisar los argumentos de fondo de nuestros actos o decisiones para diferenciar si realmente corresponden con la realidad o son infundados, no dejes al miedo dirigir tu vida mientras evitas encararlo. No trates de controlar lo incontrolable la vida es interesante precisamente porque es impredecible, no renuncies a la posibilidad de sorprenderte con todo lo bueno que te puede dar.
La vida debe suceder para actuar en consonancia a ella, cede el control de tu vida a Dios, confía en ti mismo en tus capacidades, ocúpate en hacer cosas que te proporcionan alegría y te conectan con tu propia valoración, lo único que puedes controlar es tu mente cuida que sea positiva y te beneficie, asume la responsabilidad de tus miedos para ir superando lo que no te ha dejado ser al máximo quien realmente eres, deja que los demás también asuman la responsabilidad de sus decisiones con sus consecuencias eso les ayuda a crecer. Permite que las personas te conozcan y disfruten de tu compañía sin sentirse juzgadas o criticadas, ser natural es la mejor opción la perfección no existe, mostrarte perfecto solo pone en evidencia la inseguridad de la que puedes estar siendo preso.
Eres imperfecto, de manera permanente e inevitablemente imperfecto. Y eres hermoso. -Amy Bloom.
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